A 54 días de las reelecciones, revisamos el trabajo
realizado en el taller por un ejército de reputados profesionales de ingeniería, mecánica, aerodinámica y diseño y comprobamos que, al menos en ese aspecto, los cuatro
meses y medio transcurridos desde los últimos y fallidos comicios han servido
para algo; En materia de chapa y pintura todos los candidatos están “niquelaos”;
otra cosa es cómo anden de potencia en su motor y la cantidad de combustible
que necesitan para moverse:
Parte desde la “pole position” un Rajoy diesel de los de
antes, perezoso de reacciones pero con una importante potencia tractora en
cuanto coge inercia. Presenta varios problemas de difícil solución: es
extremadamente contaminante, dejando a su paso una densa estela de corrupción
que atufa a todo el que se le acerca y necesita un depósito lleno de billetes
de 500 para recorrer la misma distancia que otros hacen con unas monedas; en
otro tiempo, de reglamento laxo y distraído, no era problema pero ahora los jueces van a
mirar con lupa este tipo de dopìng.
La clasificación de diciembre otorga a Sánchez la segunda
posición con poco margen sobre el tercero.
Todos están de acuerdo en que es el coche más bonito de la parrilla pero
la competición no es de belleza, aunque algo influye, ya que lo que se dirime
no es tanto la capacidad de propuesta como de persuasión. Podríamos decir que
al PSOE, la revolución tecnológica le ha cogido con el paso cambiado en plena
transición de un propulsor clásico, muy eficiente en su momento pero obsoleto
en consumo y prestaciones, a otro tipo de motor más moderno, ligero, ecológico
y potente que le permitiera competir con garantías contra equipos de última
generación con un potencial demoledor. Tiene un serio problema interno, los
ingenieros no se ponen de acuerdo en el modelo a emplear y la estrategia adecuada
aunque nadie duda de su enorme potencial de mejora, si sale vivo de esta.
La tercera plaza de la parrilla está ocupada por el
monoplaza morado y lo de monoplaza es un handicap: su piloto titular acumula
demasiado protagonismo personalista que puede acarrearle problemas en caso de
error, lesión o cansancio sin un relevo claro en el horizonte inmediato. El vehículo
no ha competido demasiado, lo que garantiza un motor flamante, pero dudas sobre su fiabilidad. Muestra sobre el papel una potencia brutal con un gasto
mínimo pero, como contrapartida, su ejército de fieles aglutina una mezcla contrapuesta
de inteligencia y torpeza, sutileza y brutalidad, palabras y hechos, osadía y
prudencia que hacen que no sepamos en qué disciplina compiten: Velocidad, resistencia,
triatlón, regatas o mus. En cualquier caso, es una incógnita que todos deseamos
se despeje para bien.
El cuarto en discordia es el, también monoplaza, de color
naranja. Al contrario que Podemos, todo en Ciudadanos está aparentemente claro
aunque sólo aparentemente: Ellos proclaman una ideología de centro pero les
asoma la escora a la derecha bajo el disfraz, quieren pactar desde la humildad
pero con reacciones plenas de soberbia, presentan unas cuentas
transparentemente opacas, sus miembros responden a un teórico eclecticismo que,
en realidad, es una red que ha recogido rebotados de todos los sitios y su líder
“angelical” ha sido visto en varios aquelarres.
En resumen, un vehículo con un chasis muy usado, que vibra una
barbaridad en las curvas a izquierda vestido con una carrocería reluciente y
novedosa que no resiste que se rasque un poco con la uña sin que aparezca el
fantasma de otros demonios. El motor es un enigma ya que solo ha dado
vueltas al circuito sin liderar ninguna, aunque todo el mundo sospecha de un
consumo desaforado que le acarreará problemas más pronto que tarde.
Todo está dispuesto en la pista. La incógnita estriba en el
público: ¿Acudirán en masa, apasionados, cada cual ataviado con los colores de su
equipo? ¿Llenarán la grada de “cuñados”, deseosos de verles salir para
criticarles con saña? ¿Darán la espantada aburridos por el fiasco de la última
carrera y los protoamaños interruptus posteriores, situación que otorga ventaja
al que ocupa la pole? No se sabe aunque, da igual, los medios ya se ocuparán de
prestarles la atención que convenga según paguen los anunciantes que les
financian y, digan lo que digan, los espectadores se lo volverán a creer a pies
juntillas.
Huele a gasolina, lo que sirve igual para una carrera, una mudanza o un cóctel molotov...
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