Me he estado dando una vuelta por
el mercado electoral y están los mostradores llenos de la piel del “oso Mariano”
sin haberle dado caza todavía. No sé yo si esa es la mejor estrategia.
El caso es que nos hemos debido
despistar. Cuanto más triunfalismo se grita por los rincones de las ofertas
electorales, por parte de los demás candidatos, más aumenta la ventaja de Rajoy
en las encuestas (ya sé: las encuestas están manipuladas, bla, bla, bla; el PP
es un pudridero infectado de corrupción, bla, bla, bla; la vieja política debe
hacer sitio a la nueva, bla, bla, bla; la verdadera encuesta es la que se hará
el día 20, bla, bla, bla; …). Lo cierto
es que el cuatrienio más duro de la democracia para las clases más
desfavorecidas, la época donde más derechos de todo tipo se han recortado, el momento
en el que se ha conocido que quienes nos gobiernan han estado metiendo la mano
en la caja con descaro, solo ha servido para que les vaticinen una victoria en
las urnas que, si no fuera porque cuesta un dineral, nos llevaría a todos al
diván del siquiatra.
Pues nada. Mientras en el “Saloon”
del Oeste donde se dirime la contienda electoral, con todos los candidatos
menos el principal hinchándose a hostias, a botellazos en la cabeza y palos en
los riñones; el hábil Mariano, con sus manguitos destacando en la impoluta
camisa blanca y la visera sobre sus ojos, sigue aporreando el teclado sin
piedad junto a un cartel, respetado por todos, donde reza: “NO DISPAREN AL
PIANISTA, lo hace lo mejor que puede”.
El primer debate televisivo, a 4,
lo venció Pablo Iglesias sin duda (aunque Sánchez no lo hizo del todo mal), el
de ayer, cara a cara, se resolvió con una contundente victoria por superioridad
técnica del “aspirante” sobre un “campeón sonado” que deambulaba por el ring
tratando que no le alcanzaran los golpes.
Da lo mismo, si se publicara una encuesta tras el debate, Rajoy habría
aumentado su ventaja.
¿Por qué? Porque cada uno de los
demás candidatos sigue ofreciendo la piel del Oso Mariano desde la tarima de su
carromato, afirmando que su trofeo es el único auténtico y los demás unos
farsantes; anulando sus mensajes entre sí, aunque disfruten de un predicamento
sagrado entre sus fieles. A los que hay
que convencer es a los otros, no a los propios y eso solo lo hace Mariano,
involuntariamente y por eliminación.
No estaría de más recordar que
hay un enemigo común, que hay que vencerle y, una vez vencido, ya se verá entre
los demás cómo organizarse para gestionar la victoria. Todo lo demás es marear
la perdiz y vender disfraces de baratillo para un baile de gala.
Me consta que no te ha gustado
este mensaje pero alguien tenía que decir que “el Rey está desnudo”.
2 comentarios:
Totalmente de acuerdo, sobre todo en lo del enemigo común, lástima que no todos lo tengamos claro. Buena entrada
Así es; pero más allá de los políticos están los intereses de los Mercados que, cuando vieron que la corrupción podría cargarse a su principal representante español (Rajoy), por arte de magia y, ¡en solamente seis meses! crearon un ángel impoluto (Rivera) que servirá de apoyo complementario con sus votos. Los medios se encargan de condicionar las opiniones y las decisiones del votante. Está todo atado y bien atado... ni Berlusconi pudo con ellos, aún siendo dueño de un enorme imperio mediático.
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