domingo, 18 de diciembre de 2011

EN IRAQ YA NO HAY ARMAS DE DESTRUCCIÓN MASIVA


Hoy, nueve años y más de cien mil muertos después, en Iraq, ha dejado de haber armas de destrucción masiva.

Desconocemos el número total de víctimas, al parecer, sólo de soldados estadounidenses (en un 90 % latinoamericanos, negros o desempleados de la America profunda), la cifra de caídos asciende a 4.500 pero, los ciudadanos iraquíes han sido la parte peor parada y se estima que han muerto más de cien mil. 

La primera en caer fue La Verdad: “Créanme, en Iraq hay armas de destrucción masiva” afirmaba con suficiencia el presidente Aznar desde el atril del Congreso de los Diputados.  No, era falso.

Las que no mintieron fueron las voces que se alzaron contra la invasión con un contundente “NO a la guerra” y denunciaron los verdaderos intereses que motivaron el ataque: La cuenta de resultados de Dick Cheney y su empresa Halliburton. 

Los pozos manando petroleo a pleno rendimiento y apenas eran capaces de cubrir la hemorragia que dejó cubierta de sangre la antigua Mesopotamia, cuna de la civilización.

La obscenidad de las cifras, 1 billón de dólares gastados por EEUU, excita la imaginación sobre el monto, ciertamente grosero, de los beneficios obtenidos por quienes antepusieron los negocios a la vida ajena.

La industria armamentística también ha saciado, levemente, su sed de sangre pero no tardará en volver a exigir su tributo infernal. ¿Dónde? ¿Cuándo?

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