domingo, 25 de diciembre de 2011

ODA AL ABURRIMIENTO


Moverse a la velocidad de una roca en un glaciar,
marearse de ver crecer la hierba,
dejar que las moscas jueguen vivarachas sobre tu nariz,
sobar el mando a distancia una y otra vez, sin prestarle atención,
dejar una huella profunda e indeleble en el sofá
y dormitar cubierto de telarañas.

La bolsa de patatas sobre la mesa está demasiado lejos
y estoy entretenido en escuchar como circula la sangre
mientras siento como me crecen las uñas.

La calle está envuelta para regalo en un silencio sordo, espeso y plomizo
roto, a veces, por un gato que huye
del estruendo de un niño y su nueva moto eléctrica;
por poco tiempo, la batería es breve y vuelve la paz de los cementerios
sólo rota, de vez en cuando, por el estallido lejano de un petardo.

Todos los comercios cerrados
pero los chinos no conocen el significado de festivo,
es un domingo sublimado, un domingo elevado a “n”;
elevado a “n” de Navidad.


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