miércoles, 7 de diciembre de 2011

UN DESPERTAR



Dormitas en el sofá encajando cada articulación en la mullida niebla como en un colchón flotante que ensordece toda estridencia.

Una vibración, una mirada, un timbre, un nombre… ¡UN NOMBRE!

Coges el teléfono con cuidado, con una prudencia infinita.  Que el sonido de los dientes contra el cristal no delate que estás sonriendo.

Conversación breve, apenas cinco suspiros y tres carcajadas contenidas a duras penas.

Colgar con mimo. Depositar el aparato en la mesa con delicadeza quirúrgica y…

Vaciar tus pulmones al completo y palmetear radiante como un niño feliz.

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