martes, 31 de enero de 2012

EDUCACIÓN. UNA REFORMA WERTIGINOSA


Sentarse en un parque público y observar es una actividad apasionante:  Un perrillo pasa, se acerca a un árbol, lo olisquea y suelta su meadita; un abuelo descubre los demoledores, y dolorosos, efectos de pisar un balón jugando al fútbol con su nieto; un pastor alemán pasa, se acerca al árbol, lo olisquea y suelta su meadita; una madre friolera blinda a su hija bajo seis capas de forro polar; un cocker spaniel pasa, se acerca al árbol, lo olisquea y suelta su meadita; una chica, probablemente trabajando de canguro, intenta despellejarse los labios devorando un kilo y medio de pipas, hasta el punto de tener medio enterrado en cáscaras al bebé a su cargo; un rotwailer pasa, se acerca al árbol, lo olisquea y se lo come…

El asunto de los gobiernos y la educación guarda muchas similitudes: Algún costalazo que otro se han pegado, han consentido a las criaturas de tanto protegerlas, las han convertido en arma arrojadiza pero, sobre todo, ministro que pasa, ministro que se acerca, lo olisquea y deja su meadita en forma de planes educativos.  José Ignacio Wert no iba a ser una excepción.

Ya conocían en las cárcavas más profundas de las selvas de Sumatra que Educación para la Ciudadanía era una asignatura incómoda para el Partido Popular y, por supuesto, para su soporte moral, la Iglesia Católica.  Eso de enseñar a pensar, a tener ideas propias, sentido crítico y herramientas de reflexión era una carga de profundidad intolerable para quien lleva 2000 años gestionando conciencias ajenas.  Al parecer se va a sustituir por otra que se llamará Educación Cívica y Constitucional que sabrá a cuerno quemado a los propietarios de academias que enseñan la Constitución a los que preparan oposiciones.  Fuera de eso, adocenamiento legalista.

Proponen la elaboración del Estatuto del Docente porque, no lo pueden negar, produce mucho más morbo putear a alguien cuyo funcionamiento se rige por un estatuto (Docentes, Trabajadores, Catalanes, …) que a unos mindundis que sólo quieren vivir en paz sin meterse con nadie.

Pero el punto estrella del nuevo sistema educativo no es otro que la reducción de la Enseñanza Secundaria Obligatoria de cuatro a tres cursos, ampliando el Bachillerato o los ciclos medios de FP de dos a tres años.  ¡Pues vaya gilipollez! Pensaréis y, es cierto, algo de eso aparenta pero ¡Cuidado!  Sólo lo aparenta.

La ley establece la obligatoriedad de la enseñanza hasta los 16 años, momento en el que, el alumno, puede abandonar sus estudios.  Como consecuencia, los conciertos educativos, tan rentables para la mayoría de colegios privados, también dan cobertura hasta los 16 años, donde se terminan.

Ahora salen, ahí está el truco, con que la educación seguirá siendo obligatoria hasta los 16 años, con independencia de que los alumnos terminen la ESO con 15.  Será obligatorio que cursen primero de bachillerato o de FP. Absurdo.

¿Absurdo?  Si es obligatorio empezar el bachillerato o la Formación Profesional, esa misma obligatoriedad abre la puerta a los conciertos en esos tramos educativos. ¡Eureka!  Apareció el gazapo.

Mucha gente habla de las estrategias del Partido Popular como si estuvieran diseñadas por estúpidos, para nada.  Otros epítetos si les pegan pero estúpidos no son.  Seguro.

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