miércoles, 11 de enero de 2012

PROTOCOLOS SOSPECHOSOS


Matilde se levantó de la silla de ruedas con dificultad y, como prescriben las instrucciones, tropezó con ambos reposapiés; primero con uno y luego con otro.  Estaba tan obsesionada por no mostrar el culo, más de lo estrictamente imprescindible con ese camisón exhibicionista, que sacrificaba su propia seguridad en beneficio del pudor.  Cosas de la estricta educación nacional-católica de las ursulinas en su infancia.

-         Buenos días ¿Cómo se llama usted?
-         Matilde Rodríguez Belloso, para servirle (otra vez la sombra de la Madre Virtudes haciendo estragos).
-         Muy bien Matilde, le vamos a hacer una resonancia magnética ¿Le han hecho alguna antes?
-         No
-         Es muy fácil aunque al principio asuste un poco: Se tiene que tumbar en esa camilla, que entrará en ese tubo blanco.  Dura 18 minutos.  Ya sé que es un poco largo y escandaloso, porque la máquina hace unos ruidos un poco desagradables, pero verá como enseguida terminamos.

Matilde oía sin escuchar, la voz de Rafa le entraba por un oído y le salía por el otro y solo se preocupaba por dar constantes tirones al un camisón francamente insuficiente ¿Por qué se habría empeñado la enfermera en que se quitara las bragas para reconocerla?  Con 71 años y enseñando el culo. Si no quería venir al médico era por algo pero, su hija se pone tan pesada…

Rafa seguía explicándole:

-         …no se preocupe que yo voy a estar aquí al lado, si ve agobiada o que no puede, pulse una pera que le pondré en la mano y la sacaremos de inmediato.
-         Si, la pera…
-         Tiene que quitarse todas las cosas metálicas: gafas, anillos, pulseras, pendientes, reloj,… todo. Es un elemento que funciona con unos imanes muy grandes y cualquier cosa metálica que lleve se la arrancará.

Matilde volvió al mundo con un resorte automático

-         ¿Que me quite qué?
-         Las joyas, las deja usted en esta bandeja y al terminar se las vuelve a poner…
-         ¿Cómo? Perdone pero me está tomando por tonta, yo no llevo quincalla y usted se ha dado cuenta.  Es todo oro del bueno y eso no lo cogen los imanes…
-         Pero Matilde, que no puede entrar nada metálico en la máquina, que se rompe y vale un dineral.
-         A ver majete ¿Me estás diciendo que me quite todas las joyas que me regaló mi marido que en paz descanse?  ¿Qué las deje en una bandeja a su cuidado?  ¿Qué me meta en una máquina en la que ni le veo ni le oígo?  ¿y dice que al terminar me las devuelve?
-         Si, claro. Como marca el protocolo…
-         ¡SOCORRO POLICÍAAAAAA!

1 comentario:

relacionando dijo...

...¡qué buenas son las hermanas ursulinas, qué buenas son que nos llevan de excursión!...