Parece que hemos sobrevivido a otra Navidad más. Como suele suceder, este subidón anual
de buenos deseos, consumismo desatado, esperanzas loteras, invocación a la
salud, sobredosis familiar, digestiones tremebundas, trasiego de garrafón,
resacas sísmicas, intercambio de regalos inútiles, propósitos encomiables y
secuelas adiposas, deja en cuerpo y alma una sensación de hartura que nos hace
valorar debidamente la placidez de nuestra aburrida existencia y sus efectos
balsámicos en el ánimo de cada cual.
Es de agradecer que la transición se produzca en un lunes,
inopinadamente festivo, que acorta la semana y hace más llevadera la
reincorporación a la rutina habitual.
Así, la televisión vuelve a su programación-adormidera y puedes decidir
sin sobresaltos qué ver o no ver en función de tus apetencias; la publicidad
inaugura la temporada de rebajas, recuperando también los impagables spots de
detergentes milagrosos, vehículos a motor o productos alimenticios de todo
pelaje, abandonando esa exhibición impúdica de cuerpos perfectos que nos
inducen a prescindir de los espejos domésticos, fragancias exóticas de efectos
sicotrópicos o modos de vida elitistas y ofensivos para el común de los
ciudadanos.
Pero ¡Ay dolor!
Nos cuentan que, tras las ¿merecidas? vacaciones navideñas, el Bobierno
vuelve a su quehacer diario, esto es:
Genuflexión a los poderes establecidos y desprecio absoluto a las
personas y sus problemas.
De este modo, retomamos las protestas furibundas por la
puesta en almoneda de NUESTROS servicios públicos: Sanidad, educación, sistema de pensiones, servicios sociales
o justicia y contemplaremos, cambiando un estupor menguante por una indignación
creciente, cómo nuestros limitados recursos como Estado van pasando sin pudor,
de las manos de TODOS, a los bolsillos de siempre.
Nos espera el tic, tac agobiante de la maldita deuda que no
hemos contraído y, amparados en ella, la continuación de la salvaje tala de
derechos, la injusticia fiscal, el regreso a los juzgados del redivivo
Torquemada y sus secuaces, las exigencias de una CEOE en pos de una
semiesclavitud económica de la clase trabajadora y de una Conferencia Episcopal
a punto de reinstalarse en el Nacional-Catolicismo. Camino a la Regresión por la vía de la Estafa.
En un asunto tiene razón Cristóbal Montoro, sosias de
Nosferatu: Algo se está moviendo en
las entrañas de este país y, de eso estoy convencido, el resultado no les va a
gustar.
Feliz aterrizaje en la “normalidad”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario