lunes, 31 de agosto de 2015

¿Hay alguien inteligente en la sala?


La diferencia entre alguien listo y alguien inteligente consiste en que, la persona lista, posee una habilidad especial para escapar de asuntos en los que alguien inteligente nunca se metería.

Podría debatirse si el Partido Popular está dotado de listeza, lo que no ofrece ninguna duda es su déficit de inteligencia.  Para ser más concretos, hablemos del “problema catalán”:

El sectarismo ciego, motor de muchas de sus actuaciones tras la derrota electoral en marzo de 2004, llevó al PP a presentar un recurso al Tribunal Constitucional contra el Estatuto de Cataluña, apoyado en junio de 2006 con el 74 % de los votos en el referéndum celebrado al efecto.  Curiosamente, el gobierno valenciano, había presentado y aprobado en su parlamento, otro estatuto calcado del catalán que no encontró obstáculos de ningún tipo por parte del PP, quizá porque el “trajeado” Camps era de su misma cuerda.  Este recurso soliviantó a la sociedad civil catalana (al resto de ciudadanía española en su sano juicio) que no entendió cómo una conducta caprichosa y arbitraria podía cercenar los derechos de quien no hacía otra cosa que defender su identidad dentro del marco del Estado.

La llegada absolutista al poder del PP en 2011 no hizo sino empeorar un problema que se había estado larvando en los últimos años.  Su actitud despótica derivó, en defensa propia, en la convocatoria unilateral de un referéndum para el 9 de noviembre de 2014 que, el Gobierno de Rajoy, blandiendo la legislación como espada amenazante, convirtió en “consulta” de dudosa legalidad y carácter no vinculante, donde los catalanes que participaron (37% del total) manifestaron su deseo de tener un estado propio.  Este fue el segundo error del PP, más grave aún que el primero. ¿Por qué no dotar de legalidad y legitimidad a la opinión de un pueblo?  ¿Por qué no garantizar las garantías democráticas que regula la normativa vigente para que todo el mundo, independentista o constitucionalista, pudiera opinar libremente?  ¿Por qué empecinarse en la negativa a un referéndum, apelando a las vísceras, que han llevado a cabo con normalidad países tan “poco” democráticos como Canadá o Reino Unido, sin ir más lejos?  ¿Qué miedo puede dar conocer el parecer de unos ciudadanos en algo tan imprescindible como a qué Estado quieren pertenecer?  ¿Sacrificaron la consulta a todo un pueblo soberano por tener contenta a su base electoral?  Sectarismo trufado de torpeza política.

Artur Mas, sospecho que también más listo que inteligente, ha vuelto a adelantar las elecciones, al 27 de septiembre, para otorgarles un carácter plebiscitario, comprometiéndose a declarar la independencia de Cataluña en el plazo de unos meses si vence su candidatura.  ¿Si vence por cuánta diferencia? ¿Un 50,5% contra un 49,5% sería suficiente?  Sinceramente, no lo sé aunque pienso que debería pensárselo muy bien.

De aquellos polvos vienen estos lodos que amenazan con inundarlo todo.  Desde el respeto absoluto a los catalanes y sus decisiones, me pregunto ¿Hay alguien inteligente en la sala?



5 comentarios:

Unknown dijo...

Muy buen Post

Eduard dijo...

El 50'5 contra 49'5 es una falacia. En estas elecciones se presentan los partidarios de la via rápida, JxS i CUP, los de la via lenta (Csqep) y los del No (PPSC's+UDC). Segun parece el soporte a los primeros será del 55%, a los segundos del 20% i a los terceros del 25%. Si usted desea contar sies contra noes, no puede meter en ninguno de los sacos Csqep.

Gina Brel dijo...

Buen post. Felicidades!
Solo una pequeña reflexión sobre el cansino tema del porcentaje necesario para declarar la independencia. ¿El 50,5% de votos contrarios a la independencia de Cataluña son suficientes para continuar en España? Si la respuesta es afirmativa, no hay ninguna duda de que el 50,5% de votos favorables a la independencia de Cataluña son suficientes para declararla.
Saludos,

El Botika dijo...

Siempre acertado en tus análisis y reflexiones, Fermín. Comparto, íntegramente, todo cuanto expones. Tan solo decir que cómo me gustaría ser catalán, poseer su activo cultural, su renta percápita y aspirar a decidir sobre a qué estado quiero pertenecer. Como toledano y, consiguientemente, castellano-manchego, nunca tendré nada de eso. Pertenezco a una tierra marginada y empobrecida desde los tiempos de Carolus. No me quejo y siempre defenderé el derecho a decidir.

Anónimo dijo...

Catalunya lliure de independentistes fill de buda