miércoles, 11 de enero de 2012

FLASHES HOSPITALARIOS


Cuando tomas contacto con el sistema público de salud (que no entiendo por qué se llama así si ese contacto comienza en el momento de caer enfermo), hay una serie de códigos, de leyes no escritas; que te dejan, cada diez minutos, deslumbrado y temeroso como un conejo cuando le das las largas.

A ese mundo con leyes propias que configuran el paisaje, debemos añadirle el elemento que le pone la sal y la pimienta (bueno, en un hospital no, tiende a soso), decía que el ingrediente que le pone su puntito interesante no es otro que el paisanaje.  En 9 horas en Urgencias pude encontrarme con:

Una señora jadeante, enchufada a una mascarilla conectada a una bombona de oxígeno que dormita pesadamente en un sillón.  Suena su alarma interior, abre los ojos, se quita la mascarilla con desparpajo y sale a la puerta a echar un pitillito para celebrarlo.

Sales del baño y debes buscar refugio en un hueco entre mostradores para evitar que te atropelle una cama que toma cruzada la curva, derrapando, como un superdeportivo en el circuito de Top Gear.  La melena de la señora ondea al viento, el celador sonríe.

El ambiente en la sala de espera es narcotizante, si estamos 100 personas, 99 están dormidas.  La Exposición de Párpados Multicolores es de tal magnitud que, si escribimos una palabra en cada uno, podríamos leer “Indignaos” y nos sobrarían ojos.

Una top model rubia, disfrazada de conductora de ambulancia, cruza el pasillo y tres enfermos avispados fingen un desmayo reclamando su atención.  Error de cálculo, estamos en un hospital y nadie se alarma.  Dos celadores risueños les ayudan a levantarse.

Un señor, poseedor de un espléndido cólico nefrítico, trata de hacer partícipe a la concurrencia de la felicidad que le embarga.  Una señora, que sufre otro de similar calibre, le afea su conducta señalando que cada uno se jode con suyo, pero sólo con lo suyo.

Una octogenaria dirige con voz firme y potente a su marido, quien la conduce en una silla de ruedas.  De manera tosca y desabrida, ella trata de inculcarle que, detrás del box 7, se encuentra el box 8 y, así, sucesivamente.  El mira la tentadora rampa de salida con ojos golosos.

Los ojeadores del Cirque du Soleil están de enhorabuena, han dado con un gran número y nunca visto: Los asombrosos papeles escapistas.  Dentro de un bolso, cerrado con cremallera, va una bolsa de plástico atada con dos nudos que contiene una carpeta de gomas llena de papeles.  Si tienen huevos que se escapen.

Una enfermera llega a la puerta y pregunta por cinco personas, ni un movimiento.  Otra pregunta por otros cinco, nada de nada. Así se repite en seis ocasiones. ¿solución?  Ha habido un accidente en un autobús lleno de hombres invisibles, pero no dan con los heridos.

Un macabro juego entretiene nuestros ratos de asueto, una nueva versión del famoso “Juego de las Sillas Musicales” con un poco más de morbo: Juegan los enfermos de traumatología y usan sillas de ruedas. Entretenimiento asegurado y disminución radical de listas de espera.  Los celadores se descojonan.

Un anciano, en una silla de ruedas ubicada en un rincón de la sala, pone a parir a todo el que entra: Por su vestimenta, su peinado, su acento, su enfermedad, su habla, su silencio, … Confirmado: El Grinch es español y vive en Getafe.

Eso si, todos: enfermos, familiares, profesionales y mirones, absolutamente todos, echando pestes de Esperanza Aguirre y sus secuaces que tienen 100 camas cerradas (dicen que cedidas a ASISA) esperando que el sistema colapse para que venga al rescate la sanidad privada (claro, con nuestro dinero).

2 comentarios:

Fermín dijo...

Menú de hoy:
Primer plato: judías verdes descongeladas a lo "miserable" con zanahorias Ikea
Segundo plato: albóndigas "Kinder sorpresa" con guisantes (2) en salsa de kleenex
Postre: 2 mandarinas de arqueólogo

Mmmm, delicioso!

Mariete dijo...

Ummm!, comida deconstruida en la sanidad publica...desde lugo que despilfarro. Y en los tienpos que corren, ya se sabe + x - ... o era al reves...?