El Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua
define “descaro” como desvergüenza, atrevimiento, insolencia y falta de
respeto. Convendríamos entonces
que, la nómina de personajes descarados que pululan por este país, sufre de una
superpoblación cercana al reventón.
Así, comprobamos que el exconsejero de sanidad de la
Comunidad de Madrid, Juan José Güemes, marido de la inefable Andreíta “Que se
jodan” Fabra y, por supuesto, yerno del coleccionista de décimos de lotería
premiados, Carlos Fabra; se ha incorporado Consejo de Administración de la
empresa adjudicataria de los análisis clínicos de Madrid, que él mismo
privatizó; sin el menor rubor y haciendo del Síndrome Juan Palomo su modus
vivendi.
Cómo no, el ínclito Josep Antoni Durán i Lleida, desde su
discreta morada en el Hotel Palace de Madrit, nos aclara que su palabra
empeñada en el 2000, de dimitir en el caso que UDC se hubiera financiado
ilegalmente mediante el Caso Pallerols, ha prescrito. Su silencio proclama que, si en política, una aseveración
contundente tiene dos meses de validez, a los doce años se ha convertido en un
fósil verbal sólo apto para museos paleontológicos. Tiene gracia que su partido, cuyas alcantarillas no le serán
ajenas, resuelva este asunto comprando, con una parte del dinero volatilizado,
una tarjeta “Libre de la Cárcel” y, aquí paz y después gloria.
Nuestro común amigo Ramoncín quien, desde que se incorporó a
la cúpula de la SGAE, tiene más admiradores que el Facebook de Brad Pitt, hizo
gala de su legendaria altanería ante el juez, que le inquirió por el destino de
unos cientos de miles de eurillos de nada, presumiendo de unas dotes
informáticas que justificarían una mudanza a Silicon Valley.
La sociedad Urdangarín-Torres sigue amenizando telediarios,
horas de radio y tinta de prensa con una madeja de diseño revolucionario,
cuanto más se tira del hilo para desenredarla, más intrincada se vuelve su
trama. No me extrañaría que, en
breve, uno de esos nudos inextricables nos condujera a Berlusconi (otro que tal
baila) y sus divertidas fiestas “Bunga-Bunga”.
Qué decir del caso Carromero y su fugaz paso por el Centro
Penitenciario de Segovia; un hombre tan amante de la velocidad no podía tener
un proceso con la habitual lentitud que muestra nuestra justicia. En unos pocos meses ha sido juzgado,
condenado, trasladado a España, ingresado en prisión, recuperado (si alguna vez
lo perdió) su puesto como asesor en el Ayto. de Madrid, concedido el tercer
grado y liberado. Circula ya, por
los bares madrileños, una jocosa “porra” en la que se puede apostar por el
tiempo que tardará en recuperar su permiso de conducir. Ahora bien, al resto de reclusos en el
extranjero o, incluso, en España, no les hace ni puta gracia.
No era cuestión de ser prolijo, sólo un pálido reflejo de un
vistazo rápido por la primera página de los periódicos que nos ilustrara, a
modo ejemplo, de la ralea que ocupa puestos de relevancia en distintos ámbitos
de nuestra sociedad y, todo esto, haciendo el esfuerzo de no mencionar las
veleidades del Bobierno, la Iglesia, la CEOE, ...
4 comentarios:
Genial Fermín!
#BASTAYÁ.....
Luego se molestan cuando se les dice que sólo gobiernan para sus amiguetes y para tener sus espaldas cubiertas, para cuando dejen la política y busquen curro en la empresa privada.
Un buen repaso. Triste panorama tenemos.
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