Momentaneamente, los vigorosos árboles de la corrupción, nos
han impedido ver el bosque de podredumbre que nos rodea. Pero éste es profundo, sombrío, de
sendas enmarañadas y grande, muy grande; ocupando nuestro país desde los cuatro
puntos cardinales. Podría
afirmarse que, una ardilla, podría atravesar España saltando de agravio en
agravio, de injusticia en injusticia, de embustero en embustero o de
aprovechado en aprovechado sin tocar el suelo una sola vez.
Así, deslumbrados por el resplandor del fuego fatuo que
emana de ese pudridero en que se ha convertido el partido en el gobierno, hemos
distraído nuestra mirada, siquiera por unas horas, del drama del desempleo, con
seis millones de personas en una situación dolorosa, presa de sensaciones
crueles que les lleva de la indignación a la depresión, de la mínima a
esperanza a la desesperación o de sentir la solidaridad de muchos a sufrir la
criminalización de unos cuantos.
Observamos, con la boca llena de bilis, como hay pretendidos
gobernantes que se ocupan en detraer dinero público, destinado a sostener, por
ejemplo, los servicios médicos de urgencia en zonas rurales, para utilizar una
cifra superior en abonar sueldos groseros a amigos y familiares, todos
conmilitones en las mismas siglas, que no desarrollan actividad productiva
alguna salvo, claro está, para sus propios intereses.
Salimos a las calles para defender unos servicios públicos
de calidad, escandalizados por el saqueo que, en connivencia con empresarios de
su misma cuerda, están llevando a cabo allá donde han visto la oportunidad de
levantar un par de euros (o de millones).
Gritamos hasta la afonía para manifestar nuestro rechazo
frontal a que, todo un país, se vea rebozado por el fango para hacerse cargo de
una deuda billonaria, provocada
por la ambición sin escrúpulos de unos banqueros, de Patio de Monipodio, que
jamás tuvieron la intención de distribuir sus beneficios, hinchados
artificialmente o fraudulentos, y ahora exigen socializar sus pérdidas bajo el
chantaje de la paralización de la economía.
Una vez semidesvalijada la caja de caudales, las grandes
empresas y corporaciones se creen legitimadas para reclamar su parte del botín
y, al contrario que en los países de nuestro entorno, aplican subidas de
precios a suministros básicos con la excusa de que no ganan suficiente dinero,
que pueden ganar más. Esta
conducta, probablemente, no les será ajena al centenar largo de ex altos cargos
públicos, que engrosan sin pudor alguno sus consejos de administración, a
cambio de una jugosa mordida en agradecimiento, supongo, a los servicios
prestados.
Es posible que, el deprimido sector de la construcción, sea
el primero en percibir los signos de la regeneración política, judicial,
social, en resumen, democrática que estamos emprendiendo: A la vista del panorama actual, hay que
construir muchas cárceles…
6 comentarios:
Espectacular artículo. En un puñado de párrafos han dibujado la realidad de este pais, inventada y dictada por varios centenares de corruptos políticos que, a pesar de todo, aún siguen calentando sillas de despachos prestigiosos, mientras 6 millones de parados ven pasar la vida envueltos en desesperación. Soy un indignado más.
Gracias amigo
Yo solo puedo estar totalmente de acuerdo
No hay cárceles para tanto chorizo, no hay ámbito que no esté afectado por esta corrupción generalizada que nos invade, la regeneración debe venir desde abajo, desde la calle, tenemos que darles una lección a estos golfos, aunque creo que día a día yendo a trabajar (el que pueda) y pagando nuestros impuestos se la damos. Saludos.
Tú ironía final otorgándole al sector de la construcción el valor de ser motor de cambio me ha encantado.
Muy buen artículo. Lo triste, es que los votos han puesto a los corruptos a dirigir el destino del España. Parecería que la gente protege y defiende a "sus" corruptos, a los de su partido, aunque sean delincuentes de primer orden. Cuando un partido político se convierte en "religión" las mentes dejan de pensar y quedan a merced de la voluntad de los inmorales, siendo éstos los que deciden los focos de atención.
Muy buen artículo Fermín, un saludo, ciao.
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