martes, 4 de diciembre de 2012

PARADOS ARDIENDO EN LA HOGUERA DE LA AVARICIA



La cifra tramposa de personas inscritas en el INEM, con la etiqueta de “contabilizables” (cualquier parado que esté haciendo un curso de formación, y son muchos, no entra en las cuentas) se acerca peligrosamente a los cinco millones y crece día a día sorprendentemente, pese a las devotas rogativas de Fátima Báñez a la Virgen del Rocío. Incomprensible.

Es fácilmente deducible que, en cuanto se publiquen los datos de la E.P.A. (Encuesta de Población Activa), mucho más cercanos a la realidad, estaremos rondando ya los seis millones de personas sin empleo.  ¿Preocupante?  Si, claro, pero para unos más que para otros.

Tener tal fuerza laboral desocupada no es, en absoluto, una situación acuciante para un Bobierno con una hoja de ruta trazada por la gran patronal.  A mayor número de parados, más posibilidades hay de precarizar al máximo las condiciones laborales de las personas con trabajo y, sobre todo, obligan a los desesperados a aceptar puestos de trabajo en condiciones de semiesclavitud, desconocidas por estos lares desde los años 50.  Jornadas de trabajo inacabables por un sueldo de miseria que, rara vez, se acerca al Salario Mínimo Interprofesional.

Es curioso que, no sólo se han parado las deslocalizaciones de grandes empresas a cambio de un importante deterioro de los derechos laborales, sino que las grandes firmas europeas nos ven como una alternativa fiable al mercado oriental de trabajo ya que, aunque se pague algo (no mucho) más de salario, lo compensa con un importante ahorro en el transporte del producto acabado.  La boutade del presidente de Mercadona camina con paso firme hacia su conversión en una realidad dolorosa.

Con unos sindicatos criminalizados por la campaña de descrédito salvaje, emprendida hace ya 10 años por los medios de la caverna (que nos hace pensar que la estrategia viene de lejos y la famosa crisis o bien ha sido provocada o bien ha venido de perlas a estos desalmados o ambas cosas), no hay una voz potente que aglutine nuestro descontento y sea capaz de plantar cara a una C.E.O.E. cercana a la delincuencia social.  Los sindicatos han hecho cosas mal, no hay duda, pero cada día es más necesaria la presencia de unas organizaciones sindicales potentes que pongan en su sitio a esta gentuza.

Mientras tanto, más carne trabajadora a la hoguera de la avaricia…

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