Me consta que no es una costumbre muy extendida pero, serios
estudios científicos así lo avalan, debo animar a difundirla como merece y
animar a su práctica diaria: “Pensar es bueno”.
El último año, primero (esperemos que último) de la Era
Rajoy, hemos comprobado la vigencia de aforismos del tipo: Todo lo que puede ir
mal, irá mal. Como consecuencia
podemos concluir que la Ley de Murphy es el libro de cabecera de nuestro
Presidente del Bobierno, que nos conduce con decisión hacia el limbo de la
insustancia.
Así, aparentamos haber asumido con naturalidad que, cuando
unos bancos, presas de su propia avaricia, piden dinero a entidades extranjeras
para poderlo prestar y ganar mucho más, la burbuja colapsa y no pueden hacer
frente a sus obligaciones ¿Debe ser
el Estado quien se haga cargo de esa deuda que asciende a cientos de miles de
millones de euros en vez de dejar que se hunda?
Nos creemos que, para pagar esa deuda, el Estado debe
malvender las Joyas de la Corona y dejar a los ciudadanos doblemente jodidos: Sus impuestos sirven para sufragar las
facturas de yates, lujosos áticos en lugares exclusivos del mundo o monstruosas
cuentas en paraísos fiscales y, además, quedan absolutamente desprotegidos de
los desmanes de la clase dirigente.
Con la excusa de una crisis galopante, cientos de buitres
hacen cola a la puerta de cada ministerio para quedarse con la gestión de esos
servicios públicos, teóricamente deficitarios para llevarse nuestros fondos
públicos a espuertas ¿Si eran deficitarios, cómo van a generar beneficios? Los distintos presidentes, ministros,
consejeros, alcaldes, concejales, etc. están aprovechando descaradamente la
situación para descapitalizar el erario, cambiar el modelo de gestión y, quién
sabe si financiándose un retiro dorado, a costa de nuestros esfuerzos.
Se adoptan medidas legislativas que persiguen una cifra
brutal de personas sin empleo, sin protección, que obliguen a eliminar los
derechos laborales e imponer condiciones salariales de miseria bajo el miedo a
engrosar esas temidas listas.
Los mismos bancos que, con la complicidad bobernante, nos
metieron en este monumental agujero son los que amparados en esa misma
complicidad expulsan sin pudor de sus casas a quienes están pagando sus juergas
vía impuestos.
Los verdaderos dueños del mundo, las élites financieras,
perciben un jugoso pedazo del pastel y animan, jalean e, incluso, imponen la
adopción de más medidas hasta que quedemos en la indigencia como país y,
entonces, proceder a su liquidación en una subasta restringida, sólo a
disposición de los grandes poderes económicos.
Conclusión 1: Estamos
inmersos en la mayor estafa que se haya producido jamás.
Conclusión 2: Nuestros
bobernantes son cómplices necesarios, a veces por acción, a veces por omisión.
Conclusión 3: Se
esfuerzan por convencernos de que no hay otra solución. Si la hay pero no llevando al timón a
unos borrachos sin sentido de la orientación y la panza llena.
Conclusión 4:
La protesta permanente y la desobediencia social son las únicas armas de
que disponemos ahora.
Utilicémoslas más, usémoslas mejor.
Conclusión 5:
Provoquemos la convocatoria de elecciones y, entonces, ya sabemos a
quienes NO debemos votar. Unos nos
pusieron en el disparadero y otros aprietan el gatillo con deleite.
No hagamos caso a quienes tratan de distraernos con
artificios, prestidigitación mediática, cortinas de humo o mensajes simplones:
PENSAR ES BUENO y, después, obrar en consecuencia.
1 comentario:
#BASTAYÁ.....
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