domingo, 16 de diciembre de 2012

PENSAR ES BUENO



Me consta que no es una costumbre muy extendida pero, serios estudios científicos así lo avalan, debo animar a difundirla como merece y animar a su práctica diaria: “Pensar es bueno”.

El último año, primero (esperemos que último) de la Era Rajoy, hemos comprobado la vigencia de aforismos del tipo: Todo lo que puede ir mal, irá mal.  Como consecuencia podemos concluir que la Ley de Murphy es el libro de cabecera de nuestro Presidente del Bobierno, que nos conduce con decisión hacia el limbo de la insustancia. 

Así, aparentamos haber asumido con naturalidad que, cuando unos bancos, presas de su propia avaricia, piden dinero a entidades extranjeras para poderlo prestar y ganar mucho más, la burbuja colapsa y no pueden hacer frente a sus obligaciones  ¿Debe ser el Estado quien se haga cargo de esa deuda que asciende a cientos de miles de millones de euros en vez de dejar que se hunda?

Nos creemos que, para pagar esa deuda, el Estado debe malvender las Joyas de la Corona y dejar a los ciudadanos doblemente jodidos:  Sus impuestos sirven para sufragar las facturas de yates, lujosos áticos en lugares exclusivos del mundo o monstruosas cuentas en paraísos fiscales y, además, quedan absolutamente desprotegidos de los desmanes de la clase dirigente.

Con la excusa de una crisis galopante, cientos de buitres hacen cola a la puerta de cada ministerio para quedarse con la gestión de esos servicios públicos, teóricamente deficitarios para llevarse nuestros fondos públicos a espuertas ¿Si eran deficitarios, cómo van a generar beneficios?  Los distintos presidentes, ministros, consejeros, alcaldes, concejales, etc. están aprovechando descaradamente la situación para descapitalizar el erario, cambiar el modelo de gestión y, quién sabe si financiándose un retiro dorado, a costa de nuestros esfuerzos.

Se adoptan medidas legislativas que persiguen una cifra brutal de personas sin empleo, sin protección, que obliguen a eliminar los derechos laborales e imponer condiciones salariales de miseria bajo el miedo a engrosar esas temidas listas.

Los mismos bancos que, con la complicidad bobernante, nos metieron en este monumental agujero son los que amparados en esa misma complicidad expulsan sin pudor de sus casas a quienes están pagando sus juergas vía impuestos.

Los verdaderos dueños del mundo, las élites financieras, perciben un jugoso pedazo del pastel y animan, jalean e, incluso, imponen la adopción de más medidas hasta que quedemos en la indigencia como país y, entonces, proceder a su liquidación en una subasta restringida, sólo a disposición de los grandes poderes económicos.

Conclusión 1:  Estamos inmersos en la mayor estafa que se haya producido jamás.
Conclusión 2:  Nuestros bobernantes son cómplices necesarios, a veces por acción, a veces por omisión.
Conclusión 3:  Se esfuerzan por convencernos de que no hay otra solución.  Si la hay pero no llevando al timón a unos borrachos sin sentido de la orientación y la panza llena.
Conclusión 4:  La protesta permanente y la desobediencia social son las únicas armas de que disponemos ahora.  Utilicémoslas más, usémoslas mejor.
Conclusión 5:  Provoquemos la convocatoria de elecciones y, entonces, ya sabemos a quienes NO debemos votar.  Unos nos pusieron en el disparadero y otros aprietan el gatillo con deleite.

No hagamos caso a quienes tratan de distraernos con artificios, prestidigitación mediática, cortinas de humo o mensajes simplones: PENSAR ES BUENO y, después, obrar en consecuencia.