domingo, 23 de diciembre de 2012

RAJOY COMO MOURINHO















Voces autorizadas en esto de la sicología balompédica, señalan que el entrenador del Real Madrid, José Mourinho, es una persona aficionada al control enfermizo, sin reparos a la hora de someter a los demás a la dictadura enfermiza de sus caprichos y cuyo brillante currículo sólo es superado por un ego de dimensiones cósmicas.  Cuentan también que, al parecer, ha puestos sus ojos en otro equipo europeo rebosante de dinero fresco y, por descontado, está haciendo todo lo que puede para ser despedido de su cargo actual y tener las manos libres para cambiar de aires, a ser posible, con los bolsillos macizos de billetes de 500 euros.  Dicen que tiene en contra a la directiva, a la plantilla y la afición y, sólo los rivales, claman por su continuidad.

Nuestro, amadísimo e incomprendidísimo a partes iguales, Presidente del Bobierno, Mariano Rajoy, es un hombre con unos objetivos muy claros al quien no duelen prendas, si la situación lo demanda, por anular, acallar, sojuzgar, reprimir y castigar silenciosa pero eficazmente a todo aquel que le critique o ataque pero, sospechamos, todo eso no es más que una brillante armadura; lo que verdaderamente le pide el cuerpo es mandarlo y mandarnos a todo y a todos a la mierda, largarse a Pontevedra y disfrutar de un retiro dorado viendo fútbol, montando en bici, jugando al dominó y devorando pulpo a dos carrillos, de ahí que esté poniendo su empeño en hacerlo todo mal, adoptar las decisiones contrarias a lo que se debe hacer y esperar su despido con la satisfacción del deber cumplido.  Dicen que tiene en contra al Bobierno, a su partido y, por supuesto a la ciudadanía y, sólo a casta poderosa, clama por su continuidad.

Una vez trazado este original paralelismo descubramos la verdad: 

Mourinho se ha topado con el que, probablemente, sea el mejor equipo de la historia, el actual Barça, y no sabe cómo contrarrestar su trayectoria implacable.  Su soberbia le impide reconocer la evidencia siempre tiene una excusa a mano para justificar su fracaso aunque, como diría un castizo, “está más calado que un paraguas de veinte céntimos”.

Rajoy sólo ambicionaba acceder al poder y, salir de la cacareada crisis, no es su prioridad; ésta no es otra que poner el máximo posible de recursos públicos en manos privadas que la recompensa vendrá por sí sola.  Forzado a afrontar la terrible situación del país, muestra su ejemplar incapacidad, día si, día también, y miente como si no supiera hacer otra cosa para justificar su fracaso aunque, como diría un castizo, “está más liado que una cuerda en un bolsillo”.

Todos sabemos que la única solución es su despido inmediato, por lo civil o por lo penal, y poner la maquinaria en manos de quien sepa lo que hay que hacer y cómo hacerlo. 

¿Quién?  Ese que estamos pensando

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